Esta información la obtuvimos de la entrevista que hizo Richard MacManus a Joseph Paradiso, profesor y parte del profesorado de MIT y quien fue co-autor de un artículo publicado en la IEEE Pervasive Computing Magazine y que explica con cuidadoso detalle todos los experimentos realizados en dicho laboratorio

La tendencia actual cobrará fuerza y en los próximos años podremos ser testigos del fenómeno de los mundos de realidad virtual conectados a nuestra realidad física a través de sensores funcionales a través de la web. Sin embargo, el auge de este tipo de tecnología dispara preguntas acerca de cómo modificará eso nuestra forma de vida, sobre todo en cuanto al tema de la privacidad.

Joseph Paradiso parece ser de la opinión de que proyectos como el que es puesto a prueba en los laboratorios de MIT lograrán llevarnos a una era de medios de comunicación ubicuos, un adjetivo que denota omnipresencia (¿algo preocupante acaso?).

Cross reality

Convergencia y los argumentos a favor

El argumento más sólido a favor de la creación de estos sistemas de realidad “convergente” es simple: mientras más información acerca de una persona esté expuesta en línea, mejor será su experiencia con los medios de comunicación. El estar conectados a la nube permitirá que tus interacciones con el resto del mundo sean las facilitadoras de una experiencia mediática mucho más valiosa.

El ejemplo que MacManus nos ofrece puede sernos útil: imagínate caminando a un centro comercial y entrando a una librería. Al momento de entrar, tu dispositivo móvil te identifica y te puede ofrecer una lista de libros, según tus preferencias, e incluso te puede ayudar a ubicarlos dentro de la misma tienda. Es así que toda la información de trasfondo que puedas compartir a través de algo tan simple como un dispositivo, la experiencia como usuario y como persona podrá llegar a ser mucho más enriquecedora y amena.

Por supuesto, esto implica dejar atrás y abandonar por completo los cánones establecidos con respecto a lo que podemos lograr con la tecnología actual. ¿Qué hubiera pasado hoy? Probablemente habríamos navegado por internet y hubiéramos encontrado títulos similares al que nos interesa o con la misma temática. Luego, habríamos ordenado el libro y nos habríamos sentado a esperar a que el camión llegara con la correspondencia a entregarlo.

Sin embargo, hay personas que disfrutan la parte “anti-tecnológica” de la experiencia como usuarios y la tienda física donde ir a perderse por horas entre estanterías llenas de libros es más atractivo que admirar un catálogo en línea. Es por eso que el mundo real debe converger de manera más sutil con el mundo de la tecnología y los recursos que nos ofrece el internet.

Además, seremos testigos de una revolución en el ámbito de las redes sociales y su funcionamiento. Las posibilidades son infinitas: sería posible habilitar la disponibilidad de la información de los lugares que visitas para que tus amigos puedan encontrarse contigo en persona o hacer lo mismo de forma virtual en la versión electrónica de un lugar específico. También se facilitarán los procesos que te permitirán conocer amigos o encontrarte con ellos, incluso visitar lugares en otras partes del mundo, de manera virtual.

El dilema de la privacidad

Todos los beneficios que ofrece esta nueva tecnología suenan demasiado bien, hasta que nos hacemos la pregunta necesaria: ¿Qué pasa con los medios potencialmente invasivos, cuando éstos lleguen a ser una parte intrínseca del funcionamiento de nuestros ambientes? ¿Cómo regular la cantidad de información disponible en la nube y evitar que la privacidad de los distintos individuos sea puesta en riesgo?

MIT se puso manos a la obra y comenzó a experimentar con un pequeño dispositivo, parecido a una medalla, que las personas pueden utilizar para manejar sus preferencias en cuanto a la privacidad, dependiendo del ambiente en que se encuentren y regulando el flujo de datos que les interesa dar a conocer. Dicho dispositivo podría estar incrustado en artículos como un celular o incluso en el cuerpo. Estas “medallas” funcionarían como bloqueos físicos para las señales dirigidas hacia los sensores dentro de un determinado rango.

Obviamente es una solución relativamente escasa comparada con todas las posibilidades que ofrece una tecnología tan avanzada como la convergencia de realidades o cross reality. Después de todo, se está jugando con información personal que, por principio, debe ser controlada únicamente por su propietario: la persona. Debe evitarse a toda costa la filtración de información personal y que ésta llegue a estar en control de un par de entidades gubernamentales o corporativas, lo que sería una tragedia.

La emergencia de los sensores ambientales conectados a la red y el crecimiento continuo de mundos virtuales es apenas un horizonte al cual aspirar en el mundo de la tecnología. Podemos esperar grandes avances como de los que Joseph Paradiso nos hace partícipes en esta ocasión.

La fusión del mundo real con el mundo virtual es de lo que verdaderamente se va a tratar la web 3.0., no la web “semántica” de la que muchos críticos han hablado. Aunque puedan ocurrir lado a lado, la web 3.0. será recordada por la convergencia entre lo real y lo virtual.