Se me ocurrió indagar un poco en las profundidades de este problema con algo en mente: ¿Qué papel juega el uso de la tecnología para hacer mejor la experiencia del aprendizaje?

Comenzando por lo básico

Campus del ActonMBAHay grandes dilemas en los que las instituciones educativas deben profundizar antes de decidir qué uso darle a la tecnología. Por ejemplo, yo no hablo de enseñar sino de aprender y creo que el papel del maestro debe ser facilitarle al alumno los medios para hacerlo y nada más. Creo que en tanto no nos demos cuenta de eso, cualquier uso que le demos a la tecnología no surtirá el efecto que deseamos.

Ahora bien, si como decía Einstein, “el arte supremo del maestro consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento”, la tecnología tiene un amplio espectro de posibilidades que le podrían facilitar la tarea. Stephanie nos dio un par de ideas para utilizar las redes sociales como herramientas de enseñanza, cosa que facilita la comunicación entre alumno y estudiantes.

Adicionalmente, se me ocurre que es una buena idea tener un website dedicado a mostrar el trabajo de los estudiantes, aunque lo peor sería titularlo de la misma manera que la clase (“Sitio web de la clase de teoría de la comunicación”). ¿Quién lo visitaría? En tal caso sería más beneficiosa una wiki para fomentar el trabajo en equipo. Por el contrario, sería genial que un catedrático pudiera incentivar a sus estudiantes a mantener un sitio web de estudiantes para estudiantes, un lienzo en blanco donde pueden explotar su creatividad, publicar artículos, diseños, plasmar ideas…

¡La creatividad es el límite!

Claro que los recursos de que dispongas influyen bastante (Proyectores, pantallas y la conexión a internet, que es tan básica como un lápiz si hablamos de educación en 2009).
Hablábamos la otra vez la implementación de tecnología RFID a las bibliotecas para sustituir los viejos procesos de inventario y para agilizar los préstamos y devoluciones.

Pero para ampliar el tema, estuve platicando con dos personajes que en la Universidad Francisco Marroquín (UFM) están implementando una serie de proyectos para crear un ambiente de aprendizaje más efectivo. Los grandes avances de la universidad son, por ejemplo, proveer a los estudiantes con una señal de internet bastante buena y cuya red ha estado allí incluso desde antes que en muchas universidades estadounidenses, además del archivo de material audiovisual que tiene New Media.

El rector, uno de los personajes que mencionaba, tiene en mente una cantidad de proyectos para implementar mejoras tecnológicas. No las reveló todas, pero dio una palabra clave que da para hablar bastante: interactividad en el aula.

Hablemos de interactividad

Hablar de un aula realmente interactiva quiere decir que se utiliza la tecnología para que todos los miembros del salón participen en un proceso que vaya más allá de la hora de clase y que les permita darle continuidad.
Se me ocurre hacer referencia al sistema utilizado en el Acton MBA, donde todas las clases son grabadas para que los estudiantes puedan revisitarlas para aclarar algo o refrescar un concepto. Además, el sistema permite que haya retroalimentación de estudiantes a profesores y viceversa, para buscar que ambos se desempeñen cada vez mejor. La evaluación también se hace a través de este sistema.

Aula en el Acton School of Business

Aquí entra el segundo personaje del que hablaba, el profesor Albert Loan, cuya visión del salón de clases dinámico se parece a la del Acton y que para fomentar el aprendizaje necesita de la ayuda de un par de herramientas tecnológicas.

Para un proyecto por iniciarse el año siguiente con los alumnos de primer ingreso de la UFM, se está evaluando la posibilidad de disponer de un salón completamente innovador, donde el mobiliario deberá ser transformable y mientras más movilidad permita, mejor. Su función será motivar al estudiante a enredarse en el proceso por completo. También existirían las siguientes opciones:

  • El material para complementar la temática deberá estar disponible para todos con facilidad. He allí el papel del internet y los dispositivos móviles. Esto ya se implementa en las aulas de la Marroquín, pero es un elemento que suele pasarse por alto en otras instituciones. Ustedes no me dejarán mentir.
  • ¿Por qué limitarnos a interactuar entre los alumnos si se pueden entablar conversaciones con personajes a distancia? Es algo que me hace falta como estudiante y que no es tan difícil de lograr. Es cuestión de ajustar horarios con algún experto en determinado tema, o simplemente alguien con experiencia.
  • ¿Libros o ebooks? Ojo que aunque esté disponible el internet, los libros no dejan de ser valioso por todo lo que tienen para ofrecernos. Eso sí, tenemos opción a buscarlos en un formato que no necesite una onza de papel. Un e-reader hasta sería más funcional porque no tienes que ir de página en página buscando una anotación que hiciste al margen de tu libro de texto, además de ahorrarte cargar con demasiado peso.

El rol de los alumnos

Desde que entré a Twitter lo menos que hago es responder la pregunta “What’s happening?”; desde que entré a Facebook lo último que hago es responder “¿Qué estás pensando?” y así sucesivamente. Lo que quiero decir es que la tecnología nos ofrece muchas posibilidades, pero el que tiene la capacidad de darles un valor agregado es el usuario, que en este caso es el alumno.

El profesor puede (debe, diría yo) permitir y no prohibir el uso de la tecnología. Es más, debería dejar al estudiante crear sus propias reglas porque de esa forma se busca fijar un objetivo en común y establecer un marco para alcanzarlo. Además, yo no creo que las reglas estén hechas para romperse, pero nada de malo hay en cambiarlas o mejorarlas en el camino, si éstas no se adaptan al propósito final, que es aprender.

Tu le das el significado que quieras a las opciones que tienes a la mano y ¡Las posibilidades son infinitas!
¿Qué te gustaría ver en tu escuela o universidad?