Y una tendencia en las empresas más grandes y conocidas del mundo tecnológico es que están posando sus ojos en candidatos cada vez más jóvenes, más bien niños, casi bebés, que los medios y la industria insisten en llamar prodigios y que con muy pocos abriles en su calendario ya hacen cosas tan impresionantes como trabajar en Google (con tan solo 13 años) o dictar clases en MIT, a los 14.

Los niños súper dotados de Google, Facebook y MIT

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Por ejemplo Nikos Adam, el jovenzuelo griego que cautivó a los caza talentos de Google en el  Google DEVFEST de Tesalónica y que en este mismo momento, a esta misma hora, debe estar sentado programando una red social en griego y no soñando con la cercanía del verano, como un niño normal de su edad.

O Michael Sayman, el adolescente de origen latino, que logró poner una aplicación en el primer lugar del AppStore con tan solo 15 años y que esta tarde estará en las oficinas de Facebook haciendo algún trabajo para Mr. Zuckerberg.

O como Quin Etnyre, quien con tan solo 13 años es profesor en MIT sobre Arduino, aprendió a programar a los 10 y es propietario de su propia empresa QtechKnow.

Quizás haya sido Internet, su capacidad de llevar conocimiento y recursos a gente en todo el mundo, de todas las edades, la que haya propiciado que estos “niños maravilla” puedan escalar tan rápidamente en el mundo tecnológico, un mundo que se define en gran parte por la rapidez a la que anda.

A través de este medio han podido aprender por sí mismos, avanzar a su propio ritmo e integrarse a equipos de trabajo en apariencia fenomenales desde muy jóvenes. Y sin duda resultan también una gran inversión en PR para las empresas a las que pertenecen.

¿Por qué el interés de grandes compañías en estos jóvenes talentos?

Durante mucho tiempo la epistemología postuló que el cerebro humano era como una tablilla de cera, en la que, a lo largo de la vida, se iban dejando las “impresiones” del conocimiento” y la experiencia.

Aunque es una teoría ampliamente revaluada, pues hay quienes afirman que el cerebro, al igual que un sistema operativo viene pre-cargado con muchas funciones y capacidades, consideraremos para efectos de esta lectura que para los departamentos de recursos humanos de las grandes empresas de tecnología debe ser MUY llamativo tener dentro de su personal  “cerebros” que en muchos sentidos son vírgenes, como la amada tabla de cera de los filósofos de otro tiempo: cerebros con pocas o nulas experiencias laborales previas,  y en general, muy pocas experiencias de vida, que, seamos honestos, son fácilmente moldeables y que pueden ser fácilmente adaptables.

Esto por supuesto, no es algo necesariamente nocivo. En Mejorando.la, por ejemplo, dos de los miembros de nuestro equipo son menores de 18 años, y considero que dicha adaptabilidad y maleabilidad es una de las características más agradables de trabajar con gente tan joven: son muchos más tolerantes a la frustración,  menos sensibles a la crítica.

Sin duda para las grandes empresas tecnológicas estos chicos son como unas jugosas naranjas a punto para sacarles todo lo mejor en beneficio de su empresa. Los soldados perfectos, sus futuros evangelizadores, a los que lo único que les falta es “vivir un poco más”, asunto que no puede ser subsanado, ni aún por el coeficiente más alto.

¿Experimento, cambio de paradigma o un signo de los tiempos?

Así que estos jóvenes talentos -que han existido en todas las épocas, recordemos al joven Rimbaud quien a sus 9 años ya hacía maravillosa poesía- gracias a la masificación de Internet aprenden muy rápidamente y el mundo entero puede saber de su gran talento y ponerlo a su servicio.

Sin embargo siempre queda la pregunta de fondo, aunque vivamos en un mundo que suele relacionar el éxito con la productividad y los logros en corto tiempo ¿qué hay con la madurez emocional de estos chicos? ¿será este uno más de los experimentos de esta época tecnológica? ¿es realmente sano que estos niños vivan en mundos tan adultos desde una edad tan temprana? ¿es un signo de los tiempos o el experimento a largo plazo mostrará sus resultados negativos? ¿te gustaría que tus hijos fueran niños “prodigio”?