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través de la historia, el hombre ha invertido gran parte de su existencia en mejorar su calidad de vida; mediante el perfeccionamiento de herramientas y la invención de nuevas. De esta manera surgió la necesidad de hacerlas mas accesibles y atractivas para los usuarios dispuestos a pagar por ellas, por lo que, a lo largo del tiempo se han desarrollado nuevas técnicas para su construcción, nuevos materiales y hasta diseños que nada tienen que ver con el original.

Una vez obtenido algún beneficio económico, nunca faltaba algún comerciante astuto que (ahorrándose los gastos de desarrollo); ofrecía copias tanto exactas como mal hechas de la exitosa herramienta.

Por desgracia el ámbito informático no a quedado exento de tan añeja práctica, con la salvedad de que; al ser un programa de cómputo una obra intelectual protegida, el infractor es tanto quien la compra como quien la distribuye sin autorización expresa del autor (licencia). Este esquema de protección ha dado lugar a que se afecte grandemente la industria de desarrollo de software, también ha generado una práctica oculta que en la actualidad lesiona no solo a la industria sino además al consumidor de software.

En una de tantas ocasiones se le solicitó a quien escribe, asesoría para la compra de 12 PCs (ensambladas). Una vez que se cotizó con varios distribuidores y de acuerdo con las especificaciones técnicas solicitadas tanto de hardware como de software, se decidió realizar la compra con el distribuidor que ofrecía
mejor precio (la diferencia entre ellos no era muy significativa). Respecto a las especificaciones de software se estableció que el equipo debía contar con Sistema Operativo Windows y la Suite de Office (el costo debía incluirse en el costo total del equipo). A los pocos días de cerrado el trato, se recibieron las 12 computadoras de acuerdo con las especificaciones pactadas, siendo instaladas por el mismo distribuidor (para efectos de garantía).

Posteriormente y debido a las diversas acciones emprendidas por la autoridad para combatir la piratería y considerando las aclaraciones que sobre el tema había realizado Microsoft, se le requirió al distribuidor las licencias del software que él había proporcionado bajo la premisa de “Software Pre-instalado”, a lo que el distribuidor respondió que si requerían las licencias se debía pagar por ellas.

Es precisamente este hecho el que le da titulo al presente escrito, porque la piratería no solo es provocada por comerciantes que se enriquecen con el trabajo de otros, ni tampoco de usuarios que con el afán de ahorrarse una considerable suma de dinero, (no incurramos en nihilismos absurdos), adquieren software de manera ilegal, existe además otro actor oculto bajo la capa de la misma industria: los distribuidores de equipo de cómputo (por experiencia se puede afirmar que no todos los distribuidores actúan de esta forma), que con gran falta de ética, venden equipos con “Software Pre-instalado”, carente de toda licencia de uso y que daña no únicamente a la industria, sino también a los usuarios que se ven involucrados en un acto de piratería en el que son víctimas, sobre todo cuando se cae es supuestos (como fue el caso), de que la cotización de un equipo incluye también al software legalizado.

Actualmente se anuncian con bombo y platillo las acciones que realizan determinados organismos contra la piratería provocada por comerciantes y usuarios. Pero no se ha informado sobre las medidas tomadas contra los distribuidores que con el afán de ganarse unas cuantas monedas, afectan a la industria y a compradores que por falta de una adecuada asesoría, se involucran en actos de mala fe de terceros.

A raíz de esta experiencia y del daño que distribuidores sin escrúpulos pueden causar a las micro y pequeñas empresas, resulta importante replantear el esquema de otorgamiento de licencias de software que contribuyan no únicamente a disminuir los índices de piratería, sino también que le otorguen seguridad jurídica al consumidor.

Este replanteamiento sería factible al menos en el ámbito del software de sistema si aplicamos la teoría de que hardware y software son inseparables. Una vez aplicada, se puede concluir entonces; que las licencias de software no se deberían otorgar a las empresas que ensamblan PCs (HP, IBM, Dell…), sino a los desarrolladores de CPUs (Intel, AMD, etc). De tal manera que por cada CPU vendido (hardware); se incluya también el sistema operativo (software). Así, cualquier consumidor que comprase equipo de cómputo (fuese de marca o no), o un CPU para una actualización del hardware, tendría la certeza de que hardware y software están completamente integrados (el CPU trabajaría de manera adecuada con el software, al menos en teoría), además de que el empleo de este esquema proporcionaría al usuario la convicción de que su software de sistema esta legalizado. Con la salvedad de que para hacerlo verdaderamente atractivo para el consumidor, este software debería contar aparte de las utilerías necesarias, versiones básicas de un procesador de textos, hoja de cálculo, manejador de base de datos y navegador.

Indudablemente que esta es una solución parcial, pero al menos se evitaría que existiesen equipos de cómputo que trabajan con el 100% de software ilegal, abatiendo en gran medida la piratería de software de sistema. Siendo cuestión de un análisis más profundo la viabilidad de este esquema para software de aplicación.

Para finalizar, y sin más afán que proporcionar una aportación a la informática, es necesario concluir este escrito con una premisa que debido a su naturaleza, pudiese ser tan crítica como el Teorema de Incompletad de Gödel, la cual es: “en el mundo de la informática, cualquier supuesto siempre deriva en un error”.

Para mayor información sobre estos temas, revise las fuentes consultadas:

http://www.bsa.org/mexico/bsa/pirateria.htm

http://www.udec.cl/dti/noticias/tecnologicas/piratas.htm