Recuerdo hace unos años cuando un artículo de mi autoría publicado inicialmente en Internet apareció en un periódico extranjero dentro de su sección de informática. La grata sorpresa me causó alegría pero, al revisarlo detenidamente, no encontré mi nombre por ningún lado. La sensación fue incluso peor meses después cuando otro artículo fue publicado en el extranjero incluyendo el crédito a otra persona. Un plagio descarado que nunca imaginé se diera en el ambiente periodístico. Estas experiencias me llevaron a conocer a la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), en busca de herramientas para proteger mi trabajo, descubriendo que en aspectos digitales no hay procedimientos para actuar. Así empecé a recopilar información al respecto, pues el mayor problema que existe con relación a la protección intelectual es la falta de cultura en el conocimiento del tema.

De acuerdo a la OMPI:

Los derechos de autor, como su nombre lo dice, son derechos que se le dan a los creadores de una obra artística o literaria.

Es el derecho al crédito que cada persona tiene sobre su creación.

Aquí es donde se encuentra el reto de estos derechos, ya que nuevas tecnologías de comunicación e información están evolucionando los medios, sin que estos derechos puedan acoplarse y funcionar adecuadamente. Por ejemplo, internet es un medio de comunicación apoyado en tecnología que crece rápidamente gracias a nuevas tendencias, formas de comunicación y comunidades de usuarios.

En materia de legislación a través de internet, encontramos que la propiedad intelectual y los derechos de autor se protegen según legislaciones locales que han surgido de tratados internacionales. En algunos países las legislaciones son muy nuevas o poco promulgadas, por lo que aplicarlas y adoptarlas es difícil, complicando mucho el panorama.

Algo que ha tenido mucho auge en internet relacionado con la falta de protección de los derechos de autor es el intercambio de archivos en comunidades virtuales. Se transmiten fotografías, imágenes, música, software, videos y todo tipo de documentos electrónicos como parte de las tareas diarias de millones de personas, perjudicando seriamente a varias industrias.

Se está tratando de proceder legalmente en contra de estas comunidades como pasó con Napster. Pero los juicios y procesos actuales aún no han hecho mucho, ya que seguimos a pocos clicks de conseguir cualquier material que deseemos, con muchas nuevas alternativas tecnológicas que han seguido evolucionando para no ser vencidas tan fácilmente.

Los mandatarios de las naciones deben actuar de inmediato para evolucionar estas normativas. El esfuerzo se ocupa de aplicar legislaciones un poco obsoletas que han mostrado resultados mediocres. Los foros y discusiones sobre el tema van demasiado lentos en comparación con las nuevas formas de violar estos derechos.

Proteger los créditos de cualquier obra es primordial pues es el fruto de un esfuerzo individual o colectivo. La industria tendrá la presión para buscar formas de competir y ser rentable sin ampararse en la propiedad de ideas, sino en la creatividad. Hay demasiadas categorías para proteger, las ideas (marcas, slogans, etc.), cuando no se puede evitar la violación de lo básico, que son los derechos de autor.

Historias de conflictos y las resoluciones sobre la aplicación de los derechos de autor y la propiedad intelectual se oyen todos los días sin darle mayor atención al tema. Por lo mismo, la meta actual de la OMPI será lograr evolucionar la forma de operar de sus legislaciones para actuar de forma paralela al desarrollo tecnológico de la información, de lo contrario, sus medidas serán obsoletas.