Seinfeld es una buena muestra de cómo los malentendidos por fallas en la comunicación pueden generar problemas grandísimos, que para nosotros, el público, son bastante chistosos, pero en realidad fueron varias las vidas que quedaron destrozadas por culpa de las estupideces cometidas por Jerry, Elaine, George y Cosmo.

Hagamos un ejercicio: imaginemos que la serie fuera un poco más moderna y cada uno de estos cuatro amigos tuviera un celular. Jerry tendría un iPhone, porque simplemente buscaría el mejor aparato, el que le diera buenos resultados. Elaine tendría un Windows Phone, porque en algún momento tendría que revisar una lista de compras en Excel enviada por el Sr. Pitt o un documento de Word con textos para el catálogo de J Peterman. George compraría un Android. Un Android barato. Chino. Y la única razón por la que necesitaría un smartphone, sería para mandar selfies desnudo a alguna mujer con la que esté saliendo, que por error serían recibidas por una anciana o un niño (asegurándonos hilaridad y diversión. Jo. Jo. Jo.). Cosmo tendría un brick, un Motorola StarTAC o un Nokia 2120. Y los usaría para cualquier cosa, menos para hablar.

Ahora pensemos en algunas situaciones de la serie que pudieron haber sido solucionadas si se hubiera usado un celular.

El vendedor de látex

And you want to be my latex salesman…

El problema: George acude a una entrevista de trabajo y miente sobre su experiencia laboral, dice que fue vendedor de látex en Vandelay Industries. Como número de contacto dejó el teléfono de Jerry, entonces corre a decirle que, cuando suene su teléfono, conteste Vandelay Industries y diga que sí “trabajó” en ese lugar. Cuando finalmente llaman es Kramer quien contesta el teléfono y dice que ahí no queda la falsa empresa que tanto hemos aprendido a amar.

La solución: George pudo haber dejado un número de teléfono móvil para contactarse directamente con Jerry, quien mentiría y diría que, efectivamente, Costanza fue uno de sus empleados. O pudo haber creado un sitio web de la empresa, para hacerla parecer más legítima (porque todos sabemos que los sitios web dan legitimidad, como el de esas ventas de lotes en la luna). Aunque si esto hubiera pasado, el vendedor de látex no habría tenido que salir corriendo del baño con los pantalones abajo, privándonos de una de las mejores escenas de toda la serie.

El perro

Give me that sneaker, you stupid idiot!

El problema: en un viaje de regreso a casa Jerry se sienta al lado de un hombre que no hace más que hablar de su perro, quien viaja en la cabina. El hombre cae enfermo, debe ser trasladado de urgencias a un hospital y le pide a Jerry que cuide de su perro, diciéndole que lo llamará para recogerlo.

La solución: en vez de haberle dado su teléfono, Jerry pudo haber obtenido la información de contacto del hombre enfermo. En el peor de los casos, un familiar cercano habría contestado el celular y le habría dicho a Jerry qué hacer para devolver el perro. Es más: pudo haber revisado su perfil de Facebook para contactarse con sus amigos y deshacerse del estúpido perro.

El mensaje telefónico

People this stupid shouldn’t be allowed to live.

El problema: nuevamente el culpable de todo este enredo es George, cuando le deja un mensaje muy torpe a su novia en el contestador, pidiéndole una segunda oportunidad para “ir a tomar café a medianoche”. Cuando se da cuenta de que este mensaje podría significar el fin de la relación, decide crear un plan junto a Jerry para ir a cambiar la cinta en la que quedó grabado.

La solución: George pudo haberse contactado al teléfono celular de su novia para hablar directamente con ella y evitar grabar un mensaje. Es más, pudo haberle enviado un meme explicando lo estúpido que fue al creer que el café significaba café a medianoche.

Los teléfonos celulares convirtieron nuestras vidas en algo diferente. No me atrevo a decir si fue un cambio bueno o malo, pero sí están influyendo radicalmente en nuestras relaciones interpersonales. Tal vez, gracias a estos aparatos, nos conocemos mejor, somos más cumplidos en nuestras citas, podemos acceder a montones de información y contenido, somos más interesantes en fiestas o hemos sido los receptores equivocados de un desagradable selfie mal enviado.

Recordemos el mejor mensaje de un contestador automático: