Bandera de Estonia El 27 de abril de 2007 inició una serie de ataques cibernéticos que afectó varios sitios de internet de organizaciones en Estonia, bajo el contexto de una pugna entre Estonia y Rusia acerca de la reubicación del Soldado de bronce de Tallin, un monumento soviético de la II Guerra Mundial.

Los objetivos principales fueron los sitios web de:

  • La presidencia y el parlamento de Estonia
  • La mayoría de los ministerios
  • Partidos políticos
  • Tres de las corporaciones de medios más importantes de Estonia
  • Y dos grandes bancos.

Soldado de bronce de Tallin

La crisis desató una ola de ataques de denegación de servicio (DDoS), donde los sitios web son inundados por miles de visitas que los “atoran” y atascan los anchos de banda de los servidores. Otro tipo de ataque identificado fue el uso de botnets para la distribución masiva de spam.

Las acusaciones contra el gobierno ruso

La ofensiva vista en Estonia fue reconocida, en su momento, como de gran nivel de sofisticación y fue estudiado como el segundo ejemplo más grande de una guerra cibernética patrocinada por el gobierno, luego de Titan Rain en Estados Unidos, otro caso que ya veremos más adelante.

La primera reacción del ministro de relaciones exteriores de Estonia, Urmas Paet, fue acusar al Kremlin de estar directamente involucrado con los ataques. Sin embargo, el ministro de la defensa aceptó que carecían de evidencia para hacer semejante acusación. Hasta ahora, ni la OTAN ni la Comisión Europea han encontrado prueba alguna de la participación del gobierno ruso. Únicamente se ha condenado a un estonio de procedencia rusa, quien terminó por admitir su culpa de atacar el sitio del Partido Reformista Estonio.

Ha sido el único procesado en relación a esta ciberguerra.

Un suceso que generó diversas opiniones

Un hecho de esta magnitud provoca inevitablemente que varias personas hagan conjeturas sobre quién tuvo la culpa o quién inició los ataques. La UPI (United Press International) publicó un análisis al respecto donde reunían distintas opiniones.

Un hacker ruso de bastante reputación, Sp0Raw, considera que los ataques en Estonia no pudieron haberse llevado a cabo sin el apoyo de las autoridades rusas, aunque también dijo que las acusaciones de los estonios hacia el gobierno ruso eran “palabras vacías”, a las que no ofrecían ningún soporte con información técnica.

El director del CERT (United States Computer Emergency Rediness Team), Mike Witt ratificó que los ataques fueron de denegación de servicio (DDoS) y que los hackers utilizaron botnets, algunos de los cuales puedan estar en Estados Unidos. Él dijo que los ataques fueron de alta relevancia para el gobierno estonio, pero no es algo que “podemos considerar significante a gran escala”, para luego agregar que los Estados Unidos podrían fácilmente defenderse de ataques similares.

El professor James Hendler, antiguo funcionario del Pentágono opinó que los ataques parecían más

“un mótin cibernético que un ataque militar”

Por otro lado, una entrevista en SearchSecurity.com a Johannes Ullrich llegaba a la conclusión de que era difícil atribuirle una serie de ataques DDoS a un gobierno y que lo más probable era que los actores hayan sido una horda de “patriotas” descontentos con el traslado de la controversial estatua soviética.

Efectos finales

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Los ataques dispararon la importancia del tema de la seguridad informática en la milicia moderna. La OTAN emprendió acciones políticas luego de una reunión y un comunicado emitido desde Bruselas en junio 2007, que resultó finalmente en la creación del Centro de Excelencia Cooperativa para la Ciber Defensa (Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence), que opera desde 2008 y cuya misión es convertirse en la principal fuente de información con respecto a la defensa cibernética. Un buen análisis post mortem de los acontecimientos fue publicado por Gavi Evron en Science & Technology.

No te pierdas el artículo sobre Titan Rain y las amenazas a la seguridad estadounidense.