Más que cuestionar la validez de las acusaciones en contra @jeanfer, me es difícil no pensar en cuan fácil un usuario común y corriente quedo ahora envuelto en un proceso penal, tan solo 3 tweets bastaron para que las autoridades lo detuvieran. Yo siempre he creído que si uno sabe mantener la separación entre la vida privada/personal y la vida «pública» en línea, no hay nada que temer.

A lo largo de los años he asistido a reuniones con gente que he conocido por internet, gente a los que considero amigos. Hay muchas fotos de mi cara y mi nombre juntos en muchas partes de internet, en twitter muchas veces he dicho mi ubicación y nunca tuve preocupación en ello. Hoy las cosas han cambiado, ahora pienso diferente.

Pero mi punto más que intentar inducir «pánico bancario», paranoia colectiva o decir una tontería como “internet te llevará a la carcel”, es reflexionar si estamos de acuerdo con los datos que ligan nuestra «identidad en línea» con nuestra «identidad real»; si estamos conscientes de que en un momento de rabia/indignación/debilidad comentamos un error y esto nos lleve a un proceso penal. ¿Conoces las leyes de tu país? ¿Sabes hasta donde debes hablar públicamente? o aún yendo más allá: Si alguien decidiera investigarte por alguna razón ¿crees que podrían dar contigo?

Cada día leo más y más noticias de como los políticos intentan regular Internet, usando la bandera de la protección de «derechos de autor», castigando a usuarios comunes por descargar copias ilegales (porque en Internet no hay piratas). SGAE en España, MPAA/RIAA en USA, el famosísimo juicio de The Pirate Bay, la nueva ley francesa contra la “piratería”, son solo algunos ejemplos de frentes por los cuales un usuario común podría terminar en problemas sin estar realmente consciente de sus acciones.

Mientras nos alegramos de que Twitter esté superando a los medios tradicionales (en cuanto a tráfico y en cierta medida, la cobertura de noticias), quizás lo que debería preocuparnos es que cada vez más deja de ser un espacio donde puedes publicar tonterías, a uno donde te pueden acusar de causar pánico a las masas. Lo más triste del caso, es que muchos los políticos y funcionarios apenas saben la diferencia entre una “página en internet”, un blog y una cuenta en twitter…

Con todo esto, no quiero decir ve y escóndete debajo de la tierra, si no más bien si vas a hacer pública tu «identidad real» debes estar consciente de los posibles riesgos y si estás dispuesto a correrlos, o a mantener la mayor separación posible.